Hay ciertas cosas que lo más probable es que me las haya olvidado o se hayan escapado a raíz del soplido del viento en el invierno más doloroso que tuve, se me entumecían los huesos y se me modificaba la piel de tanta razón que nos daba el algo más para con nosotros. Cientos de miles de millones de fotografías se acumulan en las nubes de mi mente y sólo ruego a Dios un poco más de tiempo.
Que el viento no las deje volar, que el viento tampoco llegue a moverte a vos.