No puedo dejar de ser la ramita que te lastima, intento mojarme y arruinarme pero mi tallo es el más poderoso.
Estas palabras son certeras entre ambos y es lo único que importa, porque no puedo comparar, no puedo descifrar. Los círculos viciosos invadieron mi rutina y mis párpados ya amargados se entonan a las circunstancias. ¿Qué más puedo hacer!? Gritos, enojos, y sólo porque me preocupo.
¿Qué curiosa la preocupación no? me hace hablarte, me hace bien, te hace mal. Sin embargo hoy en día no soy nadie más que una sombra que se mueve con el sol y un pedacito de oscuridad encarnada en la luz, porque no puedo ser simples destellos, debo encontrar mi ser.
Soy consciente de que perderte te hace crecer, porque yo te inventé.
Ya no entiendo por qué malgasto tiempo, ya no entiendo donde es que hay sentido en el camino de las vueltas que las estaciones nos giró. Quizás porque añoro cada segundo a tu lado, o quizás porque mi casa estaba donde estás vos y no quiero que choques contra las estrellas, realmente no quiero que choques.
Pero dejar partir es ayudar a tu desarrollo, y el miedo es un estímulo del inconsciente colectivo de nuestro escuadrón de personas pseudopensantes.
Cuando el viento sople en mi contra espero que me lleve una vez más al puente más hermoso del mundo, pero realmente imploro que en ese momento tu espíritu esté merodeando entre las arenas finas del Embalse de Burguillo.